martes, 26 de agosto de 2014

No habrá más penas ni olvidos - Osvaldo Soriano

La novela es una parodia de la realidad argentina durante el retorno de Perón. Se desarrolla en un pueblo del interior de Buenos Aires, cerca de Tandil, donde el "delegado" (la autoridad máxima del ejecutivo), es acusado imprevistamente
por el comisario de "traidor" y "bolche".
El delegado no comprende la acusación, porque se sabe hondamente peronista, pero cuando quiere aclarar las cosas con el comisario, este último, junto con un representante
del partido peronista, lo persiguen a los tiros.
El delegado se atrinchera en la municipalidad, junto a un secretario, un policía y un cuidador de plazas. El sitio de la municipalidad se prolonga durante toda la noche.
Al principio arrojan disparos de advertencia y se insultan, pero los hechos comienzan a arreciar.
Al final de la noche, la municipalidad es explotada por el delegado, y el caos se desata en el pueblo. Intervienen jóvenes de la Juventud Peronista, algunos armados con explosivos,
en defensa del delegado. Los asesinatos se suceden sin que se entiende de qué lado está cada persona y porqué están peleando.
Hacia el final de la novela, que es una vorágine de asesinatos, explosiones, enfrentamientos
y persecuciones, la violencia y la locura se arremolinan con furia alrededor de los
protagonistas.
La reflexión final de uno de los sobrevivientes es "van a venir los militares para
controlar este quilombo". Esa es la tesis de la novela.

Desde el punto de vista formal, destaco las historias entrecruzadas y la acción permanente,
que nunca pierde tensión y que atrapa hasta el final.

El humor no es ajeno a la obra: por ejemplo al final, cuando dos muchachos se están por subir
a un avión (que no tiene combustible y que se va a estrellar inexorablemente) y dicen
"es un día peronista"

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