sábado, 28 de febrero de 2015

Mario Benedetti - La vecina orilla

Relato no muy largo de Benedetti sobre un muchacho que, escapando de la dictadura en Montevideo, encuentra en Buenos Aires los comienzos de otra dictadura.

El protagonista es un muchacho que no le importa para nada la política, pero por un hecho ridículo, llevar una rosa a la escuela durante una protesta, cae preso.

Allí es golpeado durante tres meses. Cuando lo largan, los padres deciden enviarlo a Buenos Aires. En esta ciudad, el protagonista se relaja: recorre el subte, camina por las avenidas. No tiene dinero pero eso no le impide enamorar a una actriz ni hacerse de amigos. En la calle se encuentra con otros exiliados uruguayos, que le cuentan horrores de torturas y violaciones (el caso de una ex compañero que fue violada por diez hombres y quedó catatónica por ejemplo).

Pero en Buenos Aires parece estar a salvo. Hasta que un día ve en la calle un operativo policial en el que secuestran a una pareja. Y sabe que están pasando cosas. Luego, en Palermo, lo persigue la policía, que también lo busca en el conventillo donde vive. Se entera de que "está marcado" y tiene que guardarse, desaparecer por un tiempo.

Antes de hacerlo termina de redactar estas notas y se las envía por correo a la actriz con la que salía, con la esperanza de despertarla (este es tal vez su primer acto revolucionario, creo yo, tratar de concientizar a otra persona)

El libro fue publicado en 1977, durante la peor etapa de la dictadura en Argentina. Tal vez sea breve para no apurar su publicación y que la historia no le gane en tiempo. Está escrito en tiempo presente  para acentuar la inmediatez de lo que ocurre en el relato.

lunes, 23 de febrero de 2015

Ceremonia Secreta - Marco Denevi

Una mujer de mediana edad, llamada Leónides Arrufat, cumple diariamente con un itinerario: vesitda de luto deja una flor en la puerta de las vecinas muertas, una ortiga en la puerta de una vecina odiada, y va a visitar a sus deudos al cementerio.
Pero un día ocurre algo anormal: una muchacha la mira fijamente en el colectivo y la sigue hasta el cementerio, donde la abraza, y llora. La muchacha la conduce a su casa, en la calle suipacha, donde Leónides descubre en una foto que la muchacha la ha confundido con su madre muerta, con la que guarda un gran parecido.
Leónides se queda a vivir con la muchacha, que la atiende con servilismo. Allí se entera, espiando a través de una cortina, que dos viejas amigas de la madre la visitan de tanto en tanto y aprovechan la ocasión para robar baratijas cuando la joven se distrae. También se entera por ellas que se llama Cecilia. Leónides decide hacer una visita a las señoras en su casa. Les miente que es una prima lejana de la fallecida y por ellas se entera de la historia de Cecilia: cuidó a su madre hasta que esta murió de cáncer, y luego vivió en la casa con una prima pobre, llamada Belena. Esta prima les confesó en una ocasión que Cecilia estaba citándose con un hombre y que temía por ella. Cierta tarde volvieron del médico, Belena y las dos señoras, y hallaron en la casa un expectáculo desolador: muebles tirados, cajones revueltos, y Cecilia en su cuarto abusada y golpeada. Belena, al verla así, enfureció. Días después desapareció de la casa.
Desde entonces Cecilia vivía sola, como la encontró Leónides.
De vuelta en la casa de la calle Suipacha, Leónides se dió cuenta que Cecilia estaba embarazada (se entiende, de la violación sufrida) y decide quedarse a vivir con ella, reemplazando a su madre.
Pasan los meses y el embarazo se complica. Cuando llega el momento del parto, moribunda, Cecilia recobra la razón y le relata a esa mujer para ella desconocida los que ocurrió la tarde de la violación: ella estaba sola y tres hombres entraron en la casa. Luego de violarla, desde su habitación escuchó cómo revolvían la casa. Uno de ellos mencionó a Belena, quien, ahora se daba cuenta, había instigado ese horror.
Cecilia Muere en brazos de Leónides repitiendo el nombre de la traidora.
Entonces Leónides se da cuenta que el destino la había elegido para cerrar esa tragedia con un acto final:
publica en el diario la muerte de Cecilia y su bebé, y espera pacientemente en la sala de la casa. Finalmente ve entrar a una joven: es Belena. Leónides se incorpora y sin vacilar le clava un estilete en el pecho.

domingo, 22 de febrero de 2015

Cuatro cuentos de Mia Couto, de Estorias Abensonhadas

- O padre surdo 
  Un joven, que es ateo (aclara que ni el bautismo tomó), queda sordo tras la explosión de una bomba.
  Luego de unos años, le pide al padre que le consiga una mujer.
  El padre busca y consigue un chica, pero ella es muda. Sin embargo él se enamora, de alguna forma
  llega a escucharla.
  Los padres desaprueban a la chica, dice la madre que es negra. El muchacho se escapa de la casa
  y persigue el rastro de la muchacha hasta su pueblo. Allí levanta una capilla y se hace pasar por
  sacerdote.
  Durante un buen tiempo da misas, esperando encontrar a la muchacha. Los feligreses se confiesan a los
  gritos los domingos. Un día la chica aparece, y él se da cuenta que ella ya no es muda. Entonces
  decide decir la verdad: desde el púlpito relata su amor, su huída y su impostura. Finalmente, sale
  de la iglesia pasando a través del pueblo asombrado con la confesión.
  Alejándose de la iglesia, bajo la lluvia torrencial, una mano lo sujeta. Es la chica, que le habla
  (ahora él puede oír, ahora no necesita leer los labios), "Quédese padre, quédese".

- O adivinhador das mortes 
  Un hombre acude a un hechicero que sabe decir el día exacto de la muerte de una persona, y
  el hechicero le revela que él, en realidad, ya murió. Desconfiado, el hombre se va.
  Al otro día regresa para buscar al hechicero, pero le comunican que el mismo murió el día anterior.
  Cuando sale, caminando por la calle, se encuentra con el hechicero, que lo toma de las manos y le
  dice "ven". Entonces se da cuenta que ya no camina en la arena sino en las nubes.

- O adeus da sombra 
  Un hombre va al medio de la selva para hablar con una curandera. Él se dedica a investigar
  plantas medicinales y ella lo ayuda. Una vecina, cuya hija se encuentra gravemente enferma, le pide
  que le consiga de la curandera una planta milagrosa que la cure.
  Para llegar a la chosa de la curandera, el hombre se sirve de los servicios de un guía, ex convicto.
  El guía le cuenta, cuando llega la primera noche, que fue preso por robar las ombra de un hombre
  para ayudar a su amada.
  Cuando llegan a la casa de la curandera, hablan con ella y descubren que no existe la planta que
  necesitan. Vuelven a la ciudad vencidos, y el hombre enfrenta a la madre de la enferma, que le dice
  "acompáñeme a los últimos momentos de mi niña"
  Cuando llegan al cuarto de la chica, el hombre ve que la enferma súbitamente se sorprende y mira
  fijo algo en la habitación. Entonces el guía, que había entrado, clava un cuchillo en el pecho del
  hombre, y lo último que ve es a la chica y al guía agacharse para recoger su sombra.

- A praça dos deuses
  Un hombre rico se entera que su hijo se va a casar y decide hacer una fiesta fastuosa. Durante
  días y días dilapida su fortunda en una plaza, en la que no se detiene la música, la comida y la bebida.
  El hijo se enoja y se va, porque el hombre no quiere terminar la fiesta. Cuando la novia abandonada
  se le acerca, el hombre le confiesa que en realidad la fiesta no era de casamiento, era una fiesta
  para los dioses, era un regalo para los dioses, para que pudieran ver el mundo que siempre hubieran
  querido, donde las personas no tuvieran que preocuparse por nada.
  El hombre le dice "mañana la fiesta habrá terminado" mientras baila con la novia "dile a tu marido
  que puede regresar"
  El hombre duerme en la plaza, que ahora es su hogar (se entiende, porque es muy pobre) y a la mañana
  siguiente amanece muerto, sentado en un banco. La novia, cuando llevan el cuerpo, arroja sobre él
  un puñado de pétalos perfumados.

lunes, 2 de febrero de 2015

¿Quién mató a Palomino Molero? - Vargas Llosa

Obra en todo de burla al género policial. Palomino Molero aparece muerto, crucificado, quemado, con los huevos cortados y con un palo en el culo. El teniente Silva y Lituma (dos cholitos putañeros
y borrachines) se encargan de la investigación. Paralelamente se desarrolla una historia de amor
entre el teniente (un donjuán) y una gorda del pueblo, que lo rechaza. Finalmente encuentran al
asesino, un general que se pega un tiro en la playa.


La obra es más bien sosa para mi gusto, de un humor bobo y predecible, escrito con un vocabulario llano y popular que recurre a los regionalismos. También recurre a varios lugares comunes del género, como el clásico contrapunto entre el detective y su ayudante, que lo idolatra exageradamente ("siempre sabe sacar secretos" dice ante cualquier pregunta estúpida). Estos lugares comunes, deformados y exagerados hasta el ridículo, forman parte de la sátira.